martes, 18 de agosto de 2009

La pequeña gran civilización

Idea original: Theill
Escrito por: Theill


Ésta es la historia de unos seres que en el transcurso de largas décadas han logrado establecerse clandestinamente en el mundo actual, conservando su identidad y manteniéndose a salvo de fenómenos externos, como el reciente descubrimiento del ser humano, que han pasado a ser la principal causa de su muerte. Habitantes de una enorme cueva que hace las veces de refugio para todo el grupo cuando su hora de regreso llega o alguna amenaza se acerca, su morada se encuentra situada en mitad de un gigantesco bosque que no se atreven a atravesar debido al riesgo que supone: incluso enviando expedicionarios cargados de suministros, la travesía podría durar días y las eventualidades que podrían encontrar son desconocidas.
Pero un día un intrépido y joven explorador se adentró en aquel peligroso bosque. Tras una jornada de incesante marcha, trepó a la copa de un colorido árbol para descansar con tranquilidad, alejado de cualquier incidente que pudiera acaecerle. Y cual fue su sorpresa entonces cuando alzó la vista al horizonte y divisó una majestuosa criatura de proporciones descomunales: había visto ni más ni menos que al ser humano. El asustado joven tomó, raudo, el camino de vuelta a su hogar y allí alertó a sus congéneres. Éstos, impresionados, no podían creer lo que su maravillado y atemorizado compañero había visto hacía tan solo unas horas. En seguida, el grupo se reunió y, entre todos, eligieron un pequeño equipo de batida que partió a las pocas horas.
Durante los días siguientes, todos los habitantes en su conjunto se dedicaron a ampliar y mejorar las medidas de seguridad mientras esperaban noticias del grupo de exploradores enviado días atrás. Nadie sabía con certeza cuál podría ser la duración de aquella expedición ni cuánto peligro entrañaba.
De repente, una tarde el cielo se nubló y fuera de la cueva una fuerte lluvia caía precipitadamente, inundando el agua el boscoso suelo del exterior y penetrando por la abertura que tenían como entrada a su cueva. Como ya hicieran en otras muchas ocasiones, antes incluso de que el diáfano líquido alcanzase el piso inferior de su caverna, todos se guarecieron en los niveles superiores, esperando a que aquella tormenta terminase. Varias horas después, el clima se calmó, aunque en el interior de cada habitante, sus corazones se encontraban revueltos por el destino que les aguardaba a aquellos valientes que habían arriesgado sus vidas por pretender buscar un mayor conocimiento del mundo del exterior.
Y así, con ese miedo en sus mentes, pasaron los días siguientes con normalidad aunque precavidos por lo que pudiera sucederles; la angustia por la falta de noticias de los rastreadores que partieron hacía ya más de una semana flotaba en el ambiente y la esperanza de que aún siguiesen vivos era prácticamente nula.
Y en efecto, al poco se les dieron por muertos. Ante la nula posibilidad de que regresaran, se celebró otra reunión para decidir qué hacer. Durante horas discutieron intentando tomar una decisión, aunque no parecía un asunto de fácil solución. Sin embargo, ocurrió entonces algo que nadie se esperaba.
Un compañero se acercaba a ellos en pésimas condiciones: la túnica de fibra de hojas que vestía se encontraba notablemente deteriorada y el cinturón, del mismo material, no corrió mejor suerte. Aquel desafortunado era uno de los miembros de la búsqueda pero, a pesar de la magnífica noticia que suponía para todos su llegada, pronto se torno ésta en malas nuevas: no podía afirmar que alguno de sus compañeros de búsqueda hubiera sobrevivido, pero sí estaba seguro del peligro en el que se encontraban, ya que los malvados seres humanos mandaron todo su poder en forma de agua desde el cielo – impedirán por cualquier medio que logremos alcanzar su guarida.
Entre los habitantes de la cueva se respiraban la inseguridad y la tensión que aquella situación había causado; no podían permitir que el despotismo de los humanos prevaleciera y que su superior ventaja física les diese libertad para aniquilar su raza. Así, después de haberlo pensado con detenimiento y haber decidido aceptar las consecuencias que esto les provocaría tanto a ellos como a las personas, no encontraron más que una única solución: preparar una ofensiva definitiva, concibiendo un buen ataque como la mejor defensa.
Todos nosotros participamos directamente en esta terrible acometida: los lanceros afilan sus temibles astillas de madera; los arietes están preparados; las catapultas de madera se acumulan en la entrada de nuestra guarida; el temerario escuadrón de jinetes de hormigas aguarda el momento de la espectacular carga... Hemos permanecido ciegos hasta este momento, pero ahora conocemos la verdad y estamos concienciados para hundir el reinado de maldad e injusticia con el que nos han sometido durante tanto tiempo.
Hasta ahí todo marchaba según lo esperado... pero cometimos un grave error: no supimos darnos cuenta de que tan sólo estábamos siendo un juego para ellos, pues al instante fuimos sorprendidos por una enorme bestia salvaje que atendía las órdenes del poderoso enemigo. Se trataba de una gigantesca y agresiva criatura de color oscuro y forma redondeada en su espalda, que era capaz de escalar rápidamente con sus picudas patas. Su arma más letal era el demoníaco cuerno con el que segaba las vidas de mis queridos compañeros...
Tras varios días, he llegado a la conclusión de que soy el único superviviente del devastador ataque que nos azotó. Yo era un jinete de hormiga y logré escapar de la inmunda bestia, pero ahora... este acto no quedará impune...

sábado, 1 de agosto de 2009

El dolor de la vida

Idea original: Theill
Escrito por: Theill

“Maldito sol… y maldita luz, y maldito sea este viejo sofá en el que duermo… y esta persiana que no retiene ni un rayo de luz… ¡Esta tía no sirve ni para arreglar una puta persiana! Se tira todo el día de fiesta con sus amigas y no me prepara ni el puto desayuno… Va presumiendo de que tiene una casa grande… y ¿para qué? Es pobre y solo presume, sin tener nada… ¿de qué sirve eso…? Pero me da igual; no la necesito, ni a ella ni a ese gordo feriante, que no es digno de que lo llame padre. Apenas lo he visto alguna vez… y es un alcohólico.

¿Dónde está la puta mochila…? Joder, ya es la hora… Hoy no desayuno. Me llevaré estas galletas para el almuerzo…


****


No me gusta caminar por la calle…; la gente se me queda mirando… ¡¿Qué mierda os pasa, es que no tenéis vida?! ¡¡Sigue andando, hijo de puta!! Ni que yo fuera el único en el mundo que no puede lavar la ropa cada día ni conseguir dinero para comprar…

“Otra vez el chico este…”. “Seguro que es un malcriado… siempre se queda mirando como si me quisiese matar”. “¿A este niño no le han enseñado que es de mala educación quedarse mirando a la cara con esa mirada…? Tiene ojos de demonio…”


****


“Vaya mierda de escuela… Lo único por lo que he llegado hasta sexto curso ha sido para joder a los que se ríen de mí… Y este profesor… no hace más que mirarme de reojo… Y me coloca siempre al final de la clase.”

“Este niño parece distraído.” ¡¡Segura, a la pizarra!!

“A ver qué quiere el tío este…”

Segura, haz este ejercicio en la pizarra. “Este maldito Segura debería suspender; es un inútil sin modales.”

¡Pero si esto no lo hemos dado aún! “Nunca había visto esto antes…”

Sí, lo acabo de explicar, pero eres un inútil y nunca estás atento. “Le voy a enseñar a éste lo que es bueno…”

Sí estoy atento. “El hijo de puta me quiere engañar… ¿Qué, se cree que soy tonto?”

No me engañes, Segura. “¡¿Cómo osa contradecirme?!”

No te engaño. “Si supiera cuál es tu coche, ya verías cómo no me ibas a volver a joder.”

¡¡Basta, al despacho del director!! “Y este hijo de puta…”

Al despacho del director va a ir tu madre. “Y una mierda voy a hacer caso a este tío.”

¡¿Qué has dicho?! ¡Ahora sí que te la has ganado! “Tranquilo, no le pegues, que va a ser peor”

Ah… “Hijo de puta, suéltame el brazo…”


****


Al final me ha llevado a rastras a ver al director bola-man de mierda…

Hola, señor Sánchez. “¿Otra vez está el pesado de Martínez aquí?”

Hola, Sr. Director, le traigo a este chico de nuevo. Debería expulsarlo ya . “Se va a enterar el criajo este…”

¡Ángel Segura, ¿qué has hecho esta vez?! “El niño este… ¿Por qué mierda ha tenido que venir a este colegio…? Seguro que sus padres saben de sobra que es un fracasado.”

Nada bol… que diga… “Por poco se me escapa…”

¡¿Otra vez vienes con esas?! “¡Maldito niño insolente! Nunca quiere admitir nada.”

… “… ¿Por qué sólo me putean a mí…? Hijos de puta… ¡Rmm!”

Segura, hoy se queda usted castigado hasta las 6 de la tarde fregando el pasillo con el conserje. “Ja, ja, ja… Va a aprender lo que es trabajar, sobre todo con ese Santiago… Le ha pillado manía desde que le comuniqué que el Sr. Martínez que rompió las ventanas de la clase…”


****


Triiiinhh….


“Por fin el recreo. Estoy harto ya de esta puta clase, del director, del profesor y de esta maldita pija que se sienta al lado mío y que no hace nada más que mirarme con cara de asco… Zorra…”

¡¡Eeehh, Segura, ya sabes lo que toca!! “A ver qué trae hoy este pardillo.”

Hoy toca follarme a tu madre. “¡¡Otra vez ese puto Enrique!! El cabrón siempre me roba el almuerzo… ¡¡No pienso darle mis galletas…!!”

¡¿Qué has dicho?! … “Se va a enterar.”

He dicho que hoy toca F O L L A R M E a tu madre… “No voy a darle mi almuerzo cada vez que se meta conmigo, aunque acabe en el suelo como siempre… Si fuera más fuerte… Además de que tengo poco, siempre me lo roba… ¡Hijo de puta!”

Yaargh “Se va a enterar; le voy a seguir pegando hasta que me dé su almuerzo sin rechistar.”

… Snff… “Maldito cabrón… tengo hambre... Si fuera tan fuerte como… una piedra… ¡Deja de reírte, cabrón! Si crees que voy a llorar por esto… Sólo me he manchado un poco de tierra los pantalones.”


****


“Ja, ja… Me da igual lo que me haya robado; he encontrado un bocadillo de jamón en un banco. Jo, jo… Esto está más bueno que las galletas. Aunque llegue tarde a clase, merece la pena…”





… Toc, toc. ¿Se puede? “No sé ni por qué pregunto… Si entro antes de que me conteste… y aunque me diga que no, voy a pasar…”

¿De dónde vienes tan tarde, Segura? ¿No habrás hecho otra de las tuyas? “Como me haya pinchado las ruedas del coche… Seguro que me las ha pinchado… ¡Será cabrón…!”

Vengo de almorzar. ¿De dónde voy a venir si no? “El tío este no se fía de mí. Tss… Y estos flipados de la clase… ¿Por qué coño me miran así? Ni que les hubiera hecho nada… E incluso algunos se están riendo.”

Siéntate… “¿Me estará provocando?”

… ¿Dónde está mi mochila…? “¡¿Dónde mierda está mi puta mochila?!”

JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA. “Ja, ja, qué tonto.” “Se lo merece.” “En tu cara.” “Ahora no eres tan chulo.”

¡¿Dónde coño habéis puesto mi mochila?! “Si querían joderme, lo han hecho bien… Pero como no aparezca rápido o le hayan hecho algo… ¡¡Voy a matar a quien haya hecho esto!! Todos se están riendo de mí… Espera… si hasta el maestro se está riendo… … ¡¡Un momento, ¿qué hace la ventana abierta en invierno?!!”

JA, JA, JA. “Asómate por la ventana. ¡Ja, ja, qué ojos de loco está poniendo…!”

... Cabrones… Profesor, ¿puedo salir a recogerla? “Cuando me entere de quién ha sido…”

No… Estamos en horario de clase. Además, has llegado tarde… “Ja, ja. Le está bien merecido.”

Segura, tenías que haber visto cómo volaba tu mochila. “Eso por insultarme antes… Cómo dice mi padre: tengo que ser el que mande… Ojo por ojo, diente por diente.”

¡¿Has sido tú?! “Esto no va a quedar así… Y el profesor ¿qué? No le va a decir nada a él”

… “Este crío parece que me quiere matar con esa mirada… A ver si ahora sí que me pincha las ruedas…” Enrique, tú también estás castigado hasta las 6, ayudando al director.


****


¡Eehh! No te vas todavía. Vuelve aquí. “Ja, ja. El director me ha dicho que no escatime en darle trabajo.”

¿Qué dices, viejo? “A ver qué quiere ahora…”

¡Limpia también los cristales! “Hasta las 8 no sales de aquí.”

Pero ¿no se suponía que sólo tenía que limpiar el suelo? “Maldito viejo, quiere que le haga todo el trabajo.”





Y ¿qué traes ahí? No lo llevabas antes. ¿No habrás robado esa mochila? ¡Trae acá! “Seguro que se dedica a robar todo lo que puede… Uff, cómo pesa…”

Eh, eso es mío. Ahí pone mi nombre… “Joder, ¿al final voy a tener que limpiar también esto?”

¡¡Niño, con cuidado!! ¡¡Ese cristal vale más que tú!! “Jo, jo, jo, jo, jo. Hoy no trabajo.”

El director sólo dijo el suelo. Yo paso de ti, viejo. ¡Me voy! “Se va a joder un poco, no voy a seguir con esta mierda.”

¡¡No me provoques, mocoso!! ¡¡Vas a hacer lo que yo te diga!! Y me las vas a pagar por hacerme trabajar aquella tarde entera con los cristales que rompiste. “Mocoso de mierda… A éste le hacen falta un par de hostias bien dadas…”

Ahh. ¡Suéltame, maldito viejo! Además, yo no rompí los cristales, fue Enrique, pero me echó las culpas... “Puto Enrique de los cojones… No tiene suficiente con robarme siempre el almuerzo, sino que además me culpa por eso… Y el puto profesor de mierda no me escucha… ¡¡Serán hijos de puta!!”

Arrgh. “A mí no me engañas, maldito mocoso insolente.”

Ahh… “¡¡¿Cómo se atreve a tirarme al suelo?!! Algún día te vas a enterar de quien soy…”


****


¿Te has divertido mucho limpiando, Segura? Yo he estado echándome unas risas con el director. ¿Adivinas de quien nos reíamos? Ja, ja, ja. “Odio cómo me mira con esa cara de demonio.”

Sí, lo sé… Os reíais de lo puta que es tu madre. “El cabrón me ha esperado a que salga yo, sólo para reírse de mí.”

¡¿Qué dices?! Aparta tu mirada endemoniada. ¡Graah…! Si te pones así de chulo, me obligas a tirarte al suelo… “Esa mirada que me está echando no me gusta. Cómo siga así, se va a dar con un canto en los dientes.”


****


Toc, toc… Mamá, abre… ¡Mamá! “¿Dónde mierda se habrá metido ahora…? Parece que va a abrir…”

“Maldito niño molesto” Hola, chico, nos vemos…

“¿Qué?” ¿Mamá, estas ahí? ¿Quién era ese, mamá? “A ver si me ha robado algo…”

Era un amigo, cariño, no te preocupes. “Qué coñazo de niño. A ver si se echa novia ya y no viene tanto a dar por culo.”

¿Qué hay de cena? “Espero que algo delicioso, porque llevo desde aquel bocadillo de jamón sin comer… Ese bocadillo de jamón… A ver si me encuentro otro mañana…”

Mira a ver si queda algo en el frigo. Yo me voy. “¿He echado el maquillaje…? Uy, mañana tengo que ir a la peluquería. Estoy fatal…”

Sólo queda un poco de salchicha y pan… ¿Vas a ir a comprar algo? “Porque le diré que compre jamón.”

No, cariño, he quedado con unas amigas. ¡Nos vemos! ¡Chao! “Espero que valla el amigo de la Loli… Voy a tener que explicarle un par de cosillas… Je, je, je… Si no estuviese el niño aquí… ¡Qué incordio!”

¡¿Qué?! Pero… “Maldita sea… Me lo tenía que haber esperado de vosotros… Siempre se va con sus amigas y sólo viene aquí cuando estoy en el colegio o de madrugada”


****




¡Segura, el director quiere comunicarle algo al salir de clases! “¿Qué habrá hecho el muchacho este ahora? Es un problemático.”

Está bien… Espero que no me castigue por haber probado el extintor de incendios un poco… “¿Qué querrá ahora el bola-man? Que no espere que vuelva con ese viejo de Santiago.”


***


“Este chico se ha metido en un lío” Sr. Segura… ¿Sabe usted que hoy no ha asistido a clases… el Sr. Enrique Mella…? ¿Sabes algo de eso? “¿Qué me responderá…? ¿Habrá tenido algo que ver?”

Sólo sé que hoy he almorzado. “Qué me importa a mí que no haya venido ese hoy. Yo no tengo nada que ver. No me importa ni a mí ni a nadie”

Bueno, no hace falta que me expliques nada a mí… La policía quiere verte esta tarde en la comisaría. Yo iré contigo; debo informarme de lo que ha pasado con Enrique… “¿Qué le habrán hecho…? La policía no me explicó mucho sobre lo ocurrido… Sólo que… encontraron… el cadáver de Enrique cerca de la escuela, tumbado y ensangrentado… junto a una pesada piedra… De este chico me lo creo todo… ”

… “¡¿Cómo que tengo que asistir a la comisaría…?! A mí que no me metan en esto... No… ¡Que no me metan!”


****




“Esos malditos policías… Me pusieron muy nervioso; ni que yo tuviese algo que ver con lo ocurrido… Tantas preguntas… Y ya está oscuro… Tomaré este atajo y llegaré antes a casa… aunque está muy oscuro y apenas hay farolas... Mierda, está empezando a llover y no llevo paraguas… Y ese maldito bola-man… Me miraba con cara de miedo, parecía apurado… Si no se hubiese traído ese pañuelo, creo que se habría formado un río entre su nuca y su espalda… Joder, está lloviendo bastan…”





“¡Ay! Joder… Vaya caída… Es problemático apartar la vista del suelo con este tiempo que hace… Ahora me he mojado entero… Uff… ¿Eh…? ¿Eso ha sido el sonido de unos cascabeles…? ¡¿Qué coño…?! ¿Me lo estaré imaginando? ¡Ahh! ¡¿Qué coño es eso…?! ¿Es… un elfo? ¡¿Qué coño…?! Está escondido tras un poste de la barrera de seguridad; parece asustado. Me restregaré los ojos. Seguramente será un gato… Con la lluvia no distingo bien… ¿Eh? Ya no está… ¡Ahh! Ahora se ha puesto tras un poste más cercano… Es… ¡un puto elfo…! O un puto duende, lo que sea… Pero no parece ser como en los libros… Parece estar esquelético y… o no lo veo bien… o no le han ajustado bien la antena… porque se ve como una tele cuando no tiene señal…”

Ángel… ...

Uhh… ¿Qué? ¿Eres de verdad?

Depende… Sígueme, te enseñaré algo…

Pero, ¿qué coño haces en este puente tan alejado de la ciudad? ¿Hay más como tú?

No esperes que viva en un piso en el centro. La gente se asustaría… Y sí, hay más como yo…Muchos más como yo…

Amm… Y ¿a dónde me llevas?

Al portal de la iluminación.

¡¿Quée?! ¡No jodas, yo quiero llegar ya a mi casa! Seguro que está lejos… Maldito duendecillo élfico, o lo que seas.

Está aquí mismo…

¿Debajo del puente? Uh, menos mal… Me habías asustado con tanto misticismo… Ja, ja.

Sí. ¿Ves este portal? Sé que parece una pared de agua enmarcada, pero no te asustes; no pasa nada si lo tocas… Esos que ves reflejados somos nosotros. Entra conmigo; con esto te enseñaré a apreciar mejor tu vida: conocerás los errores que has cometido. Resulta lamentable… y es una pena no poder cambiar la moral de la gente, pero sólo se pueden comprender y entender las acciones de alguien cuando has comprendido el dolor que esa persona ha sufrido. La paz y la armonía nos cubren los ojos y nos llenan de un egoísmo que demostramos con esas personas que no se comportan como desearíamos que lo hiciesen. Alguien que ha sufrido mucho va comprendiendo el porqué de muchas cosas que le han pasado. Al relacionarse con el resto de la gente, esa persona… habrá ganado la experiencia necesaria para guiar y considerar mejor lo que hacen los demás… Mira, ¿ves ahí? Ese es Don Martínez, tu profesor.

Oh, es verdad… Va a pensar que le estoy espiando...

No nos puede ver ni sentir: esto es un recuerdo suyo…

Y ¿qué está haciendo?

A eso se le llama ansiedad; está inquieto, nervioso, intranquilo, depresivo… Su mujer le va a dejar, no le gusta su trabajo y está tomando antidepresivos… Ya ha intentado suicidarse una vez… Fue aquel día que faltó a clase. Ahora mira a este: es el director Don Sánchez. No sabe qué hacer con su hija; ha dejado la universidad para irse a vivir con su novio y no le hace caso en nada de lo que le dice… Y su mujer lo culpa de ello… Ahora, Santiago, el conserje. Es una persona tranquila e inteligente; en la juventud le admitieron en una de las universidades más prestigiosas del país, pero un profesor le suspendió una asignatura muy importante… Él no tenía dinero para estudiar y no le iban a conceder la beca universitaria. Le expulsaron de la universidad por agresión y decidió no seguir estudiando.





Y por último, mira a aquel niño. Creo que sabes quién es… Su nombre es Enrique. A los 7 años vio como su querido padre, al que tenía mucho respeto y cariño, era encarcelado por maltrato hacia su esposa, la madre del niño. Él se sintió culpable por lo que ocurrió y su madre lo mandó a vivir con su abuela… Ésta era muy olvidadiza y un día le mandó que le recordara el orden de las pastillas de ese día; él inconscientemente le dio las equivocadas… Ese día murió su abuela de un paro cardíaco… Al salir su padre, al que tanto había esperado volver a ver, le pegó una paliza por no haber cuidado correctamente de su abuela. Enrique decidió cambiar y volverse un hombre fuerte, para no volver a pasar jamás por el mal trago de recibir las culpas de todo. Podría continuar citando personas, pero éstas son las que más han influido en tus acciones, aparte de tu familia… Con esto te quiero enseñar que… todos sufren, más o menos que tú, pero sufren. Y aun así intentan controlarse para no influir en los demás. Enrique solo quería ser reconocido y que nadie le tratase mal nunca más… hasta que tú cortaste con todo eso… Para él no habrá otra oportunidad… Esa piedra acabó con su vida…, tú acabaste con su vida… Ya puedes salir del portal. Volvamos hacia arriba.

… Yo… no sabía nada… Él me trataba mal y me robaba… Pero es cierto que me he portado mal con el profesor, el director, el conserje… No merecían que les insultase, pero… todo cambiará.

No, no cambiará.

¿Qu… que?… ¿había una… piedra… en el… suelo…?

viernes, 31 de julio de 2009

El viaje más largo


Idea original: Theill

Escrito por:Theill



Solo recuerdo... que había mucha lluvia... veía muchas luces, me iluminaban, y la gente gritaba, yo estaba tumbado en el suelo medio inconsciente y mi novia estaba asustada y no paraba de gritar, pero yo no podía hablar y tenía los ojos demasiado débiles para poder levantar los párpados, y cuando lograba hacerlo, la lluvia me obligaba a cerrarlos...


Empecé a escuchar sirenas, mientras me zarandeaban, me pusieron un collarín y me metieron en la parte trasera de la ambulancia... los médicos se movían muy rápido y no paraban de hacer preguntas, al parecer me había roto muchos huesos y tenía graves hemorragias internas, un autobús chocó con mi turismo y lo sacó fuera de la vía... mi novia seguía dentro del coche cuando ocurrió, pero yo no llevaba el cinturón de seguridad y me quedé en la carretera... a partir de ahí recuerdo unos grandes zumbidos martillándome la cabeza, parecía que estaba dando vueltas alrededor de mí mismo.


Al final conseguí llegar vivo al hospital, me ingresaron en la unidad de cuidados intensivos donde... recuerdo, mi cuerpo sobre la camilla, el médico, aún sin el uniforme por la emergencia de la situación, me inyectaba toda clase de drogas y medicamentos, yo sentía los pies helados, la cabeza fría, el pecho ardiendo, y no podía mover las manos ni los brazos... por unos instantes conocí el infierno, aún recuerdo la imagen en 3ª persona de aquel hombre sobre la camilla, que resultó ser yo mismo... en un último intento me intentaron reanimar mediante el electroshock... y gracias a Dios... ahora estoy aquí... ¿ésto es el cielo?...